Páginas

"No por ser muchos descubriréis la verdad, ni ahogaréis la razón porque gritéis unidos"

Rabindranath Tagore

viernes, 24 de febrero de 2012

Cuestión de prioridades

He estado en los últimos tiempos bastante alejada del ordenador. Las operaciones de cataratas de mi madre me han tenido entretenida. Pero como yo soy muy dada a pensar y a enredar, mentalmente hablando, he obtenido suficiente materia de reflexión en estos días. Y en el número uno de mi ranking mental ha estado, como no podía ser de otro modo, el tema de los avances que se han producido en la medicina y, por derivación, me ha dado por imaginar lo terrible que resultaría que la inversión en investigación, lo que se denomina I+D, sufra una merma.





Ahora se oye hablar de forma constante del estado de bienestar, aunque este término engloba una serie de factores que varían según quien lo utilice. Para mí, dentro de este concepto, ocupan un lugar prioritario la salud y los avances que en este campo se producen. No concibo bienestar desligado de salud. Gracias a la investigación muchas enfermedades han sido prácticamente erradicadas, otras tienen un tratamiento rápido y eficaz y algunas han dejado de constituir una amenaza de muerte irremisible, como por ejemplo el cáncer que, si bien es cierto que la tasa de mortalidad es aún alta, cada vez los casos de curación aumentan de forma esperanzadora.

En el caso de la vista, se ha avanzado a pasos agigantados; muchos problemas de visión, a día de hoy tienen una solución rápida, prácticamente indolora y de suma eficacia gracias a la cirugía. Miopía, estrabismo, astigmatismo, etc. pueden corregirse con el uso de gafas y lentillas, e incluso desaparecer por completo con una simple operación.

Recuerdo, a mediados de los años 70, cuando operaron a mi tía A de cataratas. Nada que ver con lo de ahora. Si la operación en sí ya fue dura, el postoperatorio se convirtió en una convalecencia terrible, por ser larga, dolorosa e incapacitante. Comparo esa experiencia con la operación, a día de hoy, de mi madre, que en menos de una hora salió de la clínica, por su propio pie, directa a una cafetería a merendar, o yendo a la semana de operarse a la peluquería a “ponerse guapa”, y no dejo de maravillarme por el prodigioso avance de la cirugía.

Para mí existen tres pilares fundamentales para el progreso de una sociedad: la educación, la salud y la investigación. Creo que se deberían cuidar, incluso mimar, estos tres sectores pero, curiosamente, suelen ser los peor tratados en épocas de vacas flacas. Voy a ser totalmente egoísta. Por ley de vida, a medida que envejecemos, precisamos de estos tres pilares: la salud se resiente y necesitamos más atención médica, por lo tanto sería deseable que el área de la salud pudiese responder de forma eficaz a cualquier achaque o enfermedad: atención primaria, medicamentos, hospitalización si es preciso, etc.

La investigación, en cualquier área, nos proporciona más confort: desde coches más seguros a prótesis que sustituyan huesos deteriorados, desde la inmediatez en las comunicaciones a medicamentos para todo tipo de dolencias. Y por último, una educación cuidada y de calidad, nos asegurará que aquellos médicos que en unos años nos van a tratar, sean serios y competentes, los estudiantes de hoy son los que van a ocupar todas aquellas áreas que aseguren nuestro bienestar mañana. ¿No se merecen estos tres campos toda la atención posible? ¿No es vergonzoso que se escatimen recursos y esfuerzos en ellos?

Siento que el sistema que actualmente padecemos da prioridad a asuntos de menor importancia. Se preocupa más de la salud de los bancos que de la de las personas. Destina más dinero y esfuerzo a promover e implantar la ideología dominante (que varía en función del signo político del gobierno de turno), que a dotar a los estudiantes de recursos que aseguren una educación que, al mismo tiempo que enriquezca su cultura, les capacite para ejercer una profesión. Considera a los investigadores como especímenes extraños que malgastan el dinero en hacer experimentos incomprensibles y que no sirven para nada, en un laboratorio.

Yo entiendo que las arcas están vacías, que no hay dinero y hay que ajustarse el cinturón. De acuerdo. Pero lo que no entiendo es el orden en el que se realiza ese ajuste de cinturón. Pienso que se debería empezar a recortar por lo superfluo, que es mucho y en cantidades ingentes, y dejar los tres pilares para el último lugar. Estoy segura de que si realmente se administraran los presupuestos de forma coherente y no politizada, la tijera del estado podría dejar intactas las partidas destinadas a sanidad, educación e investigación. Pero me temo que, una vez más, esta es una de mis utopías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario