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"No por ser muchos descubriréis la verdad, ni ahogaréis la razón porque gritéis unidos"

Rabindranath Tagore

jueves, 19 de abril de 2012

La escapadita real

Nuestros Borbones llevan una rachita que no se la deseo a nadie. Observando sus últimas actuaciones, cabe preguntarse si este despliegue de torpezas, comunes e individuales es algo habitual en ellos, pero ahora las conocemos y antes nos las tapaban, o es que el Apocalipsis que los entusiastas de los sucesivos fines del mundo han decretado para el último mes de este año, ha alcanzado con antelación a la real familia.




Hace pocos días leí un comentario cachondo que señalaba directamente a la omnipresente (¿y omnipotente?) consorte principesca como la directora de orquesta en la sombra de una especie de campaña de desprestigio de los reyes a través de los medios de comunicación. Según esta teoría conspirativa, nuestra futura reina (¿?) estaría filtrando a determinados periodistas con los que mantiene una buena relación, noticias que de otro modo no habrían trascendido al pueblo llano, que ya bastante tiene con lo suyo. El principal motivo sería forzar la abdicación del rey a favor de su hijo, es decir, el marido de la susodicha. Sugerente ¿no?

En cualquier caso, la popularidad de la familia real en general y del rey en particular, está a día de hoy bajo mínimos. Yo, que no siento especial simpatía por él, he sentido verdadera lástima al ver a todo un jefe de estado disculpándose como lo haría un adolescente cuando le pillan sus padres fumando por primera vez. La imagen me ha parecido, entre otras cosas, humillante y me imagino que habrá tenido que tragar quina para pedir perdón y además hacer propósito de enmienda. ¡Quién te ha visto y quién te ve!
Evidentemente está el ambiente muy revuelto y la monarquía muy tocada. Parece que de un tiempo a esta parte, esa burbuja protectora que rodeaba a los Borbones se ha ido resquebrajando hasta prácticamente desaparecer, en otros tiempos, ese mutismo que existía en torno a ellos hacía que adquiriesen un aura sobrenatural (¿o tal vez habría que decir antinatural?) que dejaba una impresión de infalibilidad, de perfección, que casi asustaba. Ahora, una vez abierta la veda, todos caen a degüello, aquí no se corta un pelo nadie.

Tengo la sensación de que el espíritu sórdido y barriobajero Sálvame ha traspasado la pantalla para instalarse en la vida social española. La gente discute a gritos y los argumentos se basan en el insulto y en la arqueología de las miserias de cada uno. Por eso la escapadita del pillín Borbón está siendo analizada por periodistas y gente de a pie con un cierto regustillo a telebasura que echa para atrás.

Pero también los políticos y aquellos que se conocen como agentes sociales, nos están regalando con algunas perlas impagables, acostumbrados como están a hablar desde una superioridad moral de la que sólo ellos son conscientes, llevan unos días sentando cátedra desde sus propias verdades absolutas. Por ejemplo, el inefable Fernández Toxo, que tantos momentos de diversión me proporciona, critica la “escapadita” real y decreta que el momento actual es inoportuno; supongo que el irse de cacería está mal, dada la coyuntura, pero irse de crucero por el Báltico no. Todo es cuestión de perspectiva… o todo es cuestión de quién lo hace. Un rey no tiene derecho a unos días de relax opulento, pero un dirigente sindical si… Que alguien me explique cuál es la diferencia. A mí me parece que, estéticamente y éticamente, tan mal actuó el uno como el otro, refiriéndome a lo inoportuno del momento, no al acto en sí, pues cada uno que haga con su tiempo libre lo que le de la gana, que para eso es suyo.

Estoy impaciente por saber cuál es el próximo episodio absurdo con el que los Borbones nos sorprenden y, por encima de todo, más impaciente estoy aún por ver como la bandada de buitres que lleva ya tiempo sobrevolando en círculos las reales cabezas, reacciona relamiéndose. La verdad es que, a fuerza de estupideces como esta, me voy a acabar haciendo monárquica; eso de tapar las basuras políticas con las torpezas borbónicas me parece de una bajeza increíble… Y a todo esto, ¿qué dirá la nuerísima?

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