Páginas

"No por ser muchos descubriréis la verdad, ni ahogaréis la razón porque gritéis unidos"

Rabindranath Tagore

lunes, 14 de noviembre de 2011

España, país de pícaros

La corrupción es uno de los males endémicos de este país, pero también lo es la hipocresía. La inmensa mayoría de los españoles se escandaliza llevándose las manos a la cabeza por los casos de políticos que, de vez en cuando, a cuenta gotas y según convenga, destapan algunos periódicos. Por supuesto que son hechos que generan vergüenza e indignación a partes iguales, y que sobre todo dicen muy poco en favor del sistema político que vivimos, que a veces parece fomentar y proteger al pícaro.
Hace no mucho leí un artículo del genial Pérez Reverte, en el XL Semanal, que establecía una inspiradora relación entre el Buscón y la forma de ser del español. Y yo estoy convencida de ello. El pícaro es el prototipo más extendido en este país. El listillo, el que roba, engaña y miente es aplaudido, bien mirado y admirado. Se empieza desde la más tierna infancia, en el colegio. En otros países el que copia en un examen es rechazado por sus compañeros, ven ese acto como una auténtica bajeza, aquí no, al contrario, es el más guay de la clase. Esa es la mentalidad.


Nos indignan los políticos con sus corruptelas y amiguismos, pero como se suele decir, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. A menor escala, el ciudadano de a pie no es mucho mejor que el político ¿No me crees? Te voy a dar algunos ejemplos.
Muchos trabajos profesionales se hacen sin IVA, es algo habitual en las reformas, en servicios tipo fontanería, jardinería, electricidad, informática…
También es muy frecuente “contratar” (por decir algo) al trabajador sin darle de alta en la Seguridad Social e incluso, en muchas ocasiones, se trata de personas que por no tener no tienen ni permiso de trabajo. Este fenómeno se da mucho en la construcción, pero también en el servicio doméstico, cuidado de niños y ancianos, etc.
Capítulo aparte es el de los impuestos, a la hora de hacer la declaración de la renta, la imaginación se desboca de forma sorprendente, los trabajadores por cuenta ajena son muy creativos, pero los autónomos rozan lo sublime.
Luego están los que podríamos denominar trincadores profesionales, que son aquellas personas que reciben un subsidio, de la naturaleza que sea, que no le corresponde. Por ejemplo, muchas personas están beneficiándose de ayudas por minusvalías que no tienen o que son menores de las declaradas, o también por falta de recursos, etc. Y en muchos casos, hay personas que tienen un trabajo en negro, por el que no declaran y reciben una ayuda de un organismo oficial (Ayuntamiento, Comunidad, etc.). Lo más sangrante no es que esta gente robe del dinero de todos, sino que están perjudicando a otras personas que realmente sí cumplen los requisitos necesarios y, en muchas ocasiones, tienen que pasar verdaderas penalidades mientras aguardan que llegue su momento apuntados en una lista de espera (este caso lo he vivido directamente y es indignante).
Otra especie despreciable es aquella que se beneficia, por medio de triquiñuelas legales o amiguismo, de una vivienda de VPO (vivienda de protección oficial) cuando podrían perfectamente acceder a una de renta libre. Mientras tanto, hay mucha gente joven, y no tan joven, viendo como pasan los meses y los años y sus nombres siguen apuntados en una lista que amarillea; siempre hay listos que pasarán por delante y que están mucho menos necesitados. Además, con bastante frecuencia, la vivienda “inmoralmente” adquirida luego es objeto de especulación y acaba siendo vendida a un tercero, en muchos casos como "libre", mientras las administraciones pertinentes miran para otro lado (que esa es otra).
Siguiendo con seres despreciables, tenemos aquellos que van al médico de la Seguridad Social como quien va al supermercado, solo falta que lleven el carrito. Son esas personas que van a que les hagan la receta del medicamento que necesitan y de paso sacan al médico de turno: “algún Almax, un par de tubitos de Voltaren…” Conocí a una señora bastante mayor, que cuando iba a ir a por sus recetas, decía a sus familiares y vecinos: “Voy a la doctora, ¿necesitáis algo?”. Siempre hacían un pedido. Habría que pensar quién tiene aquí la culpa: la señora por su caradura, los familiares y vecinos por su espíritu de buitre o la doctora que hacía la vista gorda y firmaba las recetas. A mí me parece que todos ellos. ¿No crees?
Y hablando de fraudes en terreno de la salud, están todos aquellos que empalman las bajas falsas, los que tienen incapacidades también falsas,… y que en muchos casos trabajan bajo cuerda en sus períodos de “convalecencia”. Recuerdo, cuando iba al colegio, que una compañera estaba exenta de hacer gimnasia por tener un soplo en el corazón, era mentira, un médico amigo de la familia había firmado un certificado falso. Por ahí se empieza. Culpable la familia, culpable el médico y culpable (además de bocazas) la niña que no podía evitar presumir de esa mentira.
Puedo también hablar de aquellos funcionarios que, sabiéndose seguros por su empleo fijo, remolonean en su trabajo, estiran con descaro su hora del café, salen antes de tiempo y alguien ficha por ellos o trabajan en negro por la tarde en otro sitio, defraudando por un lado a hacienda y por otro acaparando un puesto de trabajo que podría ocupar otra persona.
Hay muchos casos más, sólo pongo estos ejemplos a modo de pincelada. No quiero que me mal interpretes, también hay gente honrada, por supuesto, en todos los ámbitos laborales, no todos los médicos de la Seguridad Social son así, también me consta que muchos funcionarios son sumamente responsables y, en muchas ocasiones, tienen sobrecarga de trabajo porque hacen lo que el compañero caradura deja sin hacer, mucha gente paga religiosamente sus impuestos, etc. Pero los casos arriba mencionados son muchos, tú y yo conocemos unos cuantos y lo peor es que gozan de la simpatía general, hecho este que no deja de sorprenderme.
Así que, ante la pregunta que mucha gente se plantea sobre si el pueblo es reflejo de sus gobernantes o, por el contrario, son los gobernantes el reflejo de su pueblo, me quedo sin dudarlo con la segunda opción. De un país que simpatiza con el pícaro que, por poner un ejemplo, alaba a un individuo como el Dioni, al que se le hacen canciones y se le contrata en televisión, sólo se puede esperar que tenga una clase política en consonancia. Habrá políticos honrados, no digo que no, pero son minoría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario