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"No por ser muchos descubriréis la verdad, ni ahogaréis la razón porque gritéis unidos"

Rabindranath Tagore

domingo, 30 de octubre de 2011

Carta al señor Rodríguez Zapatero

Señor Presidente, porque aún es usted presidente de mi país. Le escribo esta carta no para reprochar su gestión política, económica, internacional, etc., que motivos tengo de sobra, no. Lo que me gustaría expresar es la total decepción que como persona usted me ha causado. Sí, como persona. Sé que es político y como tal su aspiración máxima es mantenerse a toda costa en el poder; sé que está convencido de ser el mejor estadista que han visto los siglos, sé que piensa que no hemos sabido entender su visión pacifista (!!!???) del mundo. Pero, aunque le parezca increíble, no todos compartimos su forma de ver las cosas, sus ideas y sus conceptos vitales. Yo estoy segura de que ha intentado hacer cosas en beneficio de la sociedad, no lo dudo, aunque habría sido mejor que hubiese gestionado recursos de forma coherente en vez de actuar como si el dinero del estado fuese su monedero particular del que podía disponer a su antojo, sin pensar que no era una bolsa mágica que, a medida que usted sacaba a manos llenas, se rellenaba sola. Pero ese es otro tema.


Me ha decepcionado como persona porque, con sus maneras aparentemente suaves, disfrazadas de ese “buen rollito”, y eso que usted denomina “talante”, que quiero entender que quiere decir buen talante, pero no estoy del todo segura, usted se ha dedicado a enfrentar, soliviantar ánimos, a azuzar fantasmas pasados, ha querido reescribir una historia que no puede cambiarse porque ya está escrita, aunque usted sea incapaz de aceptar su contenido. Porque con esa sonrisa congelada perennemente en su rostro, falta a quien no piensa como usted, condena al que no comparte sus opiniones, y todo ello ¿por qué? ¿por un puñado de votos? ¿por satisfacer su ego?

lunes, 24 de octubre de 2011

¿Quién tiene la culpa de la crisis?

Llevo mucho tiempo oyendo y leyendo comentarios encendidos contra los banqueros y, en menor medida, contra los políticos, como los únicos causantes de la crisis que llevamos sufriendo desde hace unos años. Me parece que la culpabilidad se queda corta. Evidentemente, los bancos tienen mucho que ver con esta situación, por no hablar de los políticos, pero son muy pocas personas las que hacen un ejercicio de sinceridad y reconocen que nosotros, los ciudadanos de a pie, también tenemos nuestra cuota de responsabilidad en esta debacle. O al menos una buena parte de ellos a los que llamaré, para que nos entendamos, los consumistas.
La locura por el consumo desmedido de los últimos años tenía que pasar factura. En defensa de los consumistas diré que es muy difícil sustraerse al asedio constante al que hemos sido sometidos durante todo este tiempo. Nos han vendido la perversa idea de que para ser felices debemos tener cada vez más. A través de las revistas de moda, la televisión, internet… nos han machacado hasta la nausea para que consumamos, imponiéndonos unos modelos tanto de apariencia física como de estilo de vida que son muy difíciles de imitar. Hay que estar a la última, por lo tanto tenemos que comprar ropa, calzado, complementos, etc. y cambiarlos cada temporada, pues la moda nos dice que lo de una temporada no vale para la siguiente. Y, por descontado, todo de marca.


miércoles, 19 de octubre de 2011

Por qué algunos casi no vemos cine español

El cine español siempre parece estar en crisis. La piratería ha hecho un daño considerable, qué duda cabe, pero pienso que debe haber otra serie de factores que influyan en este declive. Se piratea, y mucho, el cine estadounidense y sin embargo no tiene tantos problemas de taquilla como el español. No soy quién para decir por qué otras personas no van a las salas de cine a ver una película española, puedo hablar de mí, que es el caso que mejor conozco. Aunque es verdad que entre mis conocidos hay auténticos fans del cine patrio, lo cierto es que son menor cantidad que los detractores.
Hay un factor muy a tener en cuenta en este rechazo y es el tinte ideológico que, en los últimos años, ha adquirido el cine que se hace en España. Muchos actores y directores han decretado que quien no ve cine español es de derechas. Por ejemplo, Vicente Aranda en el periódico El Público, el 22 de agosto de este año sentenció:”La derecha española se niega a ver cine español”. Como ya habrás adivinado, han establecido una regla por la que ser de izquierdas equivale a ser bueno, ser de derechas equivale a ser malo. Pero de derechas no es el que tiene esta ideología, no, de derechas somos todos aquellos que no pensamos exactamente, milimétricamente como ellos. Y yo ahora me encuentro con que soy de derechas porque no me gusta el cine español. Pues muy bien, ¡viva el reduccionismo!



sábado, 15 de octubre de 2011

La Maldita Guerra Civil (Homenaje a una madre)

A lo largo de nuestra vida, suceden determinados acontecimientos que marcan un antes y después, que forjan nuestro carácter, que cambian la forma de sentir y percibir el mundo y todo lo que nos rodea. Uno de esos momentos lo viví cuando tenía 13 años, concretamente en el verano de 1982. Conocí a una persona que, sin proponérselo, me dio una lección impecable de lo que es el respeto a los demás y la verdadera tolerancia.
Era la bisabuela de una amiga, o más bien una conocida. Para mí, que prácticamente no conocí a ninguno de mis abuelos, me parecía absolutamente fascinante tener una bisabuela. Se trataba de una mujer menuda y muy arrugadita, que vestía completamente de negro y recogía su pelo casi blanco en lo alto de la nuca con un diminuto moño. Ese tipo de señora mayor que ya apenas se ve, pero que en aquella época y en un pueblo como el mío, era de lo más común.

Terrible imagen de la calle del Pez (Madrid) durante la Guerra Civil

Era una persona vitalista y locuaz que nos divertía cantando canciones de su época, relatando anécdotas que reflejaban una forma de vivir que nos parecía increíble para nuestra mentalidad. Demasiados años de diferencia. Un día nos habló de sus hijos mayores. Una de las historias más tristes y dolorosas que yo jamás he oído. Si me permites, me gustaría contártela, como homenaje a ella y a sus hijos, con la esperanza, por lo que veo bastante ingenua, de mostrar un punto de vista distinto a los dos tradicionales de la maldita, la desgraciada Guerra Civil.

viernes, 14 de octubre de 2011

La “Pandi” de la ceja. ¿Un réquiem?

Siempre me ha resultado fascinante esa superioridad moral que se ha arrogado este grupo basándose en no se muy bien qué. Debe ser fascinante tener la razón absoluta siempre ¿no? Me gustaría saber qué se siente. Son personas que viven en una especie de dualidad: por un lado hablan de paz, libertad, tolerancia, respeto… por otro insultan, amenazan y desprecian a todo el que no piensa como ellos.
El doble rasero en este país está a la orden del día. Todavía recuerdo las desafortunadas palabras del actor Federico Luppi delatando un talante absolutamente antidemocrático: “Tenemos la obligación irrenunciable —nos va la vida y el país en esto— de crear un cordón sanitario, para evitar que esta derecha más que ultramontana, cerril, troglodita, casi gótica, se adueñe del pensamiento y el espíritu español”. He aquí una muestra de la característica principal de todo español, que este argentino por lo que veo ha hecho suya, que no es la envidia, sino la intolerancia. El que no piensa como yo, no tiene espacio en la vida pública, tiene que ser aislado, arrinconado, no vaya a ser que otras personas puedan “contagiarse” y pensar igual. Por supuesto, el señor Luppi tiene la razón, y esa derecha que el vilipendia, que repito, es todo aquel que no piensa como él, es la equivocada y debe desaparecer. Una auténtica oda a la democracia y la tolerancia, sí señor.

Casos como este hay muchos, solo hablaré de uno más, porque tampoco es cuestión de dar cuartelillo a la intransigencia:

viernes, 7 de octubre de 2011

La boda de la duquesa

Bueno, pues ya hemos casado a la duquesa. Sí, digo bien: hemos. Porque ha sido prácticamente una cuestión de estado de la que, aún sin quererlo, se nos ha hecho partícipes a todos los españoles.
Si fuese cruel, que creo no serlo, aunque cada vez me estoy volviendo más mala, habría cedido a mi impulso inicial y habría titulado esta entrada: “Geriatric Park” o similar, también, si fuese cruel, haría un amplio y detallado comentario sobre el bailecito que se nos marca la señora y la sal que despliega el recién estrenado consorte, pero no lo haré, no soy cruel, pero lo acabaré siendo, y si fuese cruel, haría un repaso al vestido que luce la contrayente, pero voy a ser caritativa, porque soy anticuada y a mí me educaron en el respeto a los mayores, sólo por eso.

Portada de la revista Yo Dona
(17/9/2011) que se comenta por sí sola

Ni Agencia Moody, ni Trichett, ni Gadafi, ni los millones de parados, ni la corrupción,… nada de nada, aquí lo que verdaderamente nos tenía que quitar el sueño, lo que de verdad importaba es si la duquesa de Alba se salía, como siempre, con la suya o no. Hemos sido testigos y tomado parte de una pataleta ducal, el pulso que una octogenaria millonaria, que se quería casar con un señor funcionario más joven que ella, ha mantenido con sus hijos, este ha sido el tema estrella de los últimos tiempos. Curiosamente, España ha abandonado su habitual división en dos, derecha e izquierda, para dividirse en pro duquesa o cortesanos y anti duquesa o hartos de la señora y sus caprichos.

sábado, 1 de octubre de 2011

Presentación

Escribir un blog nace de la necesidad innata del ser humano de interactuar con los otros. Nunca habíamos tenido tantas posibilidades de comunicación, salvando barreras geográficas y temporales, pero nunca habíamos estado tan físicamente solos. Desde hace tiempo he ido observando cómo cuesta más relacionarse de una forma satisfactoria con la gente. Cada vez tenemos más prisa, menos tiempo, menos ganas y, sobre todo, cada vez estamos más cabreados (si me permites la expresión).
El estado perpetuo de confrontación ideológica en España, a raíz de la crisis se ha radicalizado. Se profundiza en lo que nos separa, no en lo que nos puede unir. Esas ideas de tolerancia, respeto y convivencia pacífica que, en teoría, auspicia la Constitución, son pisoteadas constantemente, en primer lugar por esa masa informe y maligna que es la casta política, después por las personas normales y comunes, que espoleadas por los dirigentes, se revuelven rabiosas contra el que piensa distinto. Expresiones que estaban completamente desterradas del día a día, tipo: “rojo cabrón”, “facha hijo puta” y lindezas de similar calibre ya no se escuchaban, al menos no era lo habitual, pero ahora han vuelto con más fuerza. El lema divide y vencerás en este país siempre ha funcionado y los políticos lo saben, por eso han llevado a la práctica la máxima que tan buenos réditos les ha dado: “deja que se maten entre ellos, mientras sigamos en el poder...”