Señor Presidente, porque aún es usted presidente de mi país. Le escribo esta carta no para reprochar su gestión política, económica, internacional, etc., que motivos tengo de sobra, no. Lo que me gustaría expresar es la total decepción que como persona usted me ha causado. Sí, como persona. Sé que es político y como tal su aspiración máxima es mantenerse a toda costa en el poder; sé que está convencido de ser el mejor estadista que han visto los siglos, sé que piensa que no hemos sabido entender su visión pacifista (!!!???) del mundo. Pero, aunque le parezca increíble, no todos compartimos su forma de ver las cosas, sus ideas y sus conceptos vitales. Yo estoy segura de que ha intentado hacer cosas en beneficio de la sociedad, no lo dudo, aunque habría sido mejor que hubiese gestionado recursos de forma coherente en vez de actuar como si el dinero del estado fuese su monedero particular del que podía disponer a su antojo, sin pensar que no era una bolsa mágica que, a medida que usted sacaba a manos llenas, se rellenaba sola. Pero ese es otro tema.
Me ha decepcionado como persona porque, con sus maneras aparentemente suaves, disfrazadas de ese “buen rollito”, y eso que usted denomina “talante”, que quiero entender que quiere decir buen talante, pero no estoy del todo segura, usted se ha dedicado a enfrentar, soliviantar ánimos, a azuzar fantasmas pasados, ha querido reescribir una historia que no puede cambiarse porque ya está escrita, aunque usted sea incapaz de aceptar su contenido. Porque con esa sonrisa congelada perennemente en su rostro, falta a quien no piensa como usted, condena al que no comparte sus opiniones, y todo ello ¿por qué? ¿por un puñado de votos? ¿por satisfacer su ego?
Le reprocho haber despertado el enfrentamiento entre dos posturas opuestas en su propio beneficio. Ha hecho suya la máxima divide y vencerás. Usted rescató del baúl del bochornoso recuerdo de este país, los conceptos “rojo” y “facha”, prácticamente olvidados, que tanto daño han hecho a muchas personas que lo único que quieren es vivir en paz. Usted los ha agitado, a pesar de su olor a naftalina vieja y a anacronismo, y de forma sorprendente, ha tenido éxito. Enhorabuena, de verdad. Por un lado usted habla de paz, por otro remueve odios. ¿por qué? ¿podría usted explicármelo? ¿está usted feliz con los resultados? Me gustaría mucho saber si se siente satisfecho cuando a su paso, cuando ya estaban más que erradicadas y superadas, vuelve a ver, pintadas del tipo “rojo cabrón” y “puto facha” ¿era eso lo que buscaba, volver a eso? ¿el progreso para usted es retroceso? ¡Ah, perdone! Se me olvidaba que usted no pisa la calle, simplemente remueve el avispero y luego permanece alejado de todo en la Moncloa. De forma muy sibilina, usted no ataca directamente a los “malos”, es decir, a los que no piensan como usted, sino que deja el trabajo sucio para su adláteres, porque siempre hay alguien dispuesto a dar la cara por usted. Así que unas veces son los compañeros de partido y otras la pléyade de famosos subvencionados (con nuestro dinero), y en ocasiones todos a la vez.
Al principio no había problema, porque las cosas iban bien, había una cierta bonanza económica que suavizaba los enconos y cada cuál iba a lo suyo, usted sabe tan bien como yo que en este país la gente sólo se mueve cuando siente que tocan su bolsillo; pero las tornas cambiaron y cuando llegó esta crisis que todo el mundo vio venir salvo usted (bueno sí, casualmente la vio llegar cuando ya la tenía encima y, más concretamente, cuando ya habían pasado las elecciones de 2008, que de eso se trataba), entonces, lo que era simplemente división de opiniones, pasó a ser, una vez más odio entre las dos Españas irreconciliables, pero lejos de calmar ánimos, de templar y moderar el discurso, usted ha culpado al “bando” contrario de la crisis, de todo lo que se ponga por delante porque, por supuesto, usted no tiene la culpa de nada, su alma es pura, nunca se equivoca, son siempre los demás.
Usted ha creado un silogismo diabólico: todo aquel que no comulga con sus principios e ideas es de derechas, al mismo tiempo ser de derechas es ser facha, franquista, fascista, malo etc. Así que muchas personas, que ni somos del PSOE ni somos del PP y no tenemos ninguna intención de serlo, por el simple hecho de no pensar como usted, somos fachas. Lo triste es que una de las pocas empresas que usted ha acometido con éxito en tantos años de gobierno ha sido precisamente esta, establecer en la sociedad la idea de que no ser del PSOE es equivalente a ser de derechas. Aunque parezca increíble para esa mentalidad que parece funcionar de forma unidireccional, no hay sólo dos Españas, al menos hay tres, y la tercera es la España compuesta por una minoría de personas que estamos hartas de las dos Españas, de la visión reduccionista y relativista que ofrecen. Que no somos fanáticos de una sola ideología, sino que aceptamos lo bueno que puedan aportar las distintas opciones políticas y que no negamos el derecho a expresarse a nadie, siempre que se muestre respetuoso con el resto. Que no creemos en “cordones sanitarios” ni aberraciones semejantes, pues respetamos que cada persona tenga sus propias ideas y que no necesitamos desacreditar al otro para sentirnos moralmente superiores.
Según yo lo veo, señor Rodríguez Zapatero, la tierra no es del viento y el dinero del estado sí que pertenece a alguien. La tierra es de los seres que la habitan, aunque no sean votantes de su partido y el dinero del estado pertenece a los millones de españoles que somos exprimidos al máximo con impuestos, directos e indirectos, y que cada cierto tiempo elegimos a aquellos que lo van a gestionar. Pero imagino que esta carta que le escribo llega tarde, usted en breve dejará el gobierno. Se dedicará a vivir de la jugosa pensión vitalicia que le ha quedado, más lo que saque de dar conferencias, más quizás algún puestecillo en algún organismo internacional de esos que no resuelven nada pero que tienen unas dietas francamente sustanciosas, más quién sabe qué más. Lo que se denomina capitalismo puro y duro. ¡Qué bien! Un socialista con no sé cuantas fuentes de ingresos, muy propio del elitismo del PSOE actual, lo del reparto de trabajo y los bienes, eso queda para los pobres curritos de base, la jerarquía es la jerarquía y sobrevuela por encima de la plebe.
Desconozco si usted frecuenta las redes sociales o si tiene costumbre de leer la prensa en internet, si no es así, me atrevo a aconsejarle que se dedique a visitar dichas redes, algunos blogs de opinión y, sobre todo, los comentarios que los lectores dejan en las noticias de las ediciones digitales de los distintos periódicos. Seguro que lo va a disfrutar. Verá las barbaridades que se leen. Podrá observar con sus propios ojos cómo se cruzan insultos, amenazas, frases repletas de odio y de rencor, no hay un solo argumento, es lo de menos, nadie expone alternativas, nadie rebate ideas con razonamientos. Por favor, hágalo, dedique una hora solamente a hacerlo. Se sorprenderá. Curiosamente, las personas más jóvenes son las más iracundas e intransigentes. ¿Qué clase de adultos llegarán a ser? Si eso es lo que usted pretendía, enhorabuena, lo ha conseguido. Si no es así, entonces, le pido que reflexione sobre ello, aparcando durante un momento los fundamentalismos ideológicos y que lleve a cabo un acto de sinceridad, no en alta voz, simplemente algo íntimo, para usted sólo.
Me despido de usted deseándole de todo corazón que todo le vaya bien y deseándonos a nosotros, por nuestro propio bien, que este período sea superado y seamos capaces de retomar la concordia.
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