Siempre me ha resultado fascinante esa superioridad moral que se ha arrogado este grupo basándose en no se muy bien qué. Debe ser fascinante tener la razón absoluta siempre ¿no? Me gustaría saber qué se siente. Son personas que viven en una especie de dualidad: por un lado hablan de paz, libertad, tolerancia, respeto… por otro insultan, amenazan y desprecian a todo el que no piensa como ellos.
El doble rasero en este país está a la orden del día. Todavía recuerdo las desafortunadas palabras del actor Federico Luppi delatando un talante absolutamente antidemocrático: “Tenemos la obligación irrenunciable —nos va la vida y el país en esto— de crear un cordón sanitario, para evitar que esta derecha más que ultramontana, cerril, troglodita, casi gótica, se adueñe del pensamiento y el espíritu español”. He aquí una muestra de la característica principal de todo español, que este argentino por lo que veo ha hecho suya, que no es la envidia, sino la intolerancia. El que no piensa como yo, no tiene espacio en la vida pública, tiene que ser aislado, arrinconado, no vaya a ser que otras personas puedan “contagiarse” y pensar igual. Por supuesto, el señor Luppi tiene la razón, y esa derecha que el vilipendia, que repito, es todo aquel que no piensa como él, es la equivocada y debe desaparecer. Una auténtica oda a la democracia y la tolerancia, sí señor.
Casos como este hay muchos, solo hablaré de uno más, porque tampoco es cuestión de dar cuartelillo a la intransigencia:
Casos como este hay muchos, solo hablaré de uno más, porque tampoco es cuestión de dar cuartelillo a la intransigencia:
Tras las elecciones generales del año 2004, corrió un bulo por internet, parece ser que comenzó en un foro de la cadena SER, pero esto último no he podido confirmarlo, en el que se decía que el PP había estado a punto de dar un golpe de estado. La noticia, a pesar de no tener ninguna consistencia y no estar contrastada, fue utilizada por el ínclito Pedro Almodóvar para amenizar la rueda de prensa en la que presentaba su película “La mala educación” (¡qué título tan irónicamente apropiado!). Sin molestarse en comprobar si el bulo era cierto o no, lógicamente no tenía ningún interés en hacerlo, soltó la bomba ante un Javier Cámara que se limitó a poner cara de póker. El director dijo algo así como “Todavía tenemos que enterarnos de algo terrorífico que el partido que estaba en el poder estuvo tramando a las 12 de la noche del sábado, algo que ojalá se confirme para que todos nos enteremos hasta que punto estamos viviendo no en un estado democrático estuvimos a punto, Javier (Cámara), y espero que alguien lo confirme, de un golpe de estado por parte del PP”.
Me parece una acusación muy grave, pero, por supuesto, no pasó nada. ¿Te imaginas si alguien acusa de algo similar al PSOE? En este país, a día de hoy, eso es algo impensable.
Este grupo, que hasta nos “regaló los sentidos” con una cancioncita exaltando la alegría (!?) del líder, estaba compuesto de varios prototipos. Todos los conocemos. Sólo mencionaré dos. Están aquellos que fueron alguien en el mundo artístico en su día y que llevan años sin realizar ningún trabajo digno de mención, pero que dedican su tiempo a firmar manifiestos y, de vez en cuando, a hacer declaraciones ofensivas contra todo aquel que no comulgue con la corriente dominante, es decir, la suya. Es una forma bastante cutre, pero efectiva, de no caer en el olvido más absoluto. Luego están aquellos que han comprendido que si se adhieren al grupo dominante, tendrán el trabajo, las subvenciones y los premios más que asegurados, haz memoria, seguro que te vienen a la cabeza unos cuantos nombres que cuadran a la perfección con estas descripciones.
Algunos casos me producen lástima. Veo gente que realmente es consciente de que necesita adherirse al grupo si quiere sobrevivir, es decir, trabajar; pero otros en cambio, exhiben sin ningún pudor una hipocresía rotunda. Atacan de forma furibunda a un capitalismo en el que ellos se instalaron hace mucho tiempo. Es lo que se ha denominado la izquierda del caviar, aquellos millonarios que atacan a otros millonarios como ellos, elitistas que no soportan el elitismo de otros. En esa esquizofrenia social viven instalados muchos de los “popes” de esta supuesta izquierda y que empujan, como borregos, a mucha masa social, verdaderos trabajadores que a duras penas llegan a fin de mes, a enfrentarse a otros trabajadores en idénticas circunstancias que ellos, pero que no se dejan aborregar con tanta facilidad. Mientras, la élite bien pensante y “progresista” disfruta de los beneficios que niegan a otros, como puede ser el caso, por poner algún ejemplo, viviendas en barrios o urbanizaciones como se ha dado en llamar “de alto standing”, educación privada, etc.
Saben que el parado, el currito que gana lo justo para sobrevivir, votante histórico de la izquierda, pasará por alto su hipocresía: “porque son de los míos”. Aunque se estén riendo a carcajadas delante de sus narices, seguirán ciegos a todo, “porque son de los míos” Mientras tú guardas tu turno en la cola del Inem, ellos acumulan cargos, multiplican sus fuentes de ingresos, haciendo oídos sordos al principio básico del socialismo que tanto predican, que se basa en el reparto justo y equitativo del trabajo. Pero nadie dirá nada: “porque son de los míos”.
Ahora la “pandi” está de capa caída; ya ha comenzado la desbandada. Pero no hay por qué preocuparse. Quien piense que iba a echar en falta la visión de sus caras graves y serias, como si sobre sus hombros recayese el peso del mundo, mientras firman el manifiesto de turno o apoyan este acto o el otro, o se manifiestan, lo lleva claro. Se están jugando el estatus alcanzado, así que ya se buscarán otra alternativa. De hecho, según parece, se está empezando a dar un cierto aglutinamiento en torno a la figura de Gaspar Llamazares para las próximas elecciones. Y es que hay que entender una cosa. Una gran parte de ellos en la vida cotidiana practican el más feroz de los capitalismos, pero de cara a la galería son progres, de izquierdas, que es lo que mola. Y sus acólitos sonreirán arrobados cada vez que, ante un micrófono, lancen sus soflamas revolucionarias, anticapitalistas y anti no sé cuantas cosas más, luego irán en sus coches lujosos, con sus ropas lujosas a sus casas exclusivas, o quizás a esos restaurantes más exclusivos aún de a varios cientos de euro el cubierto o a la enésima presentación de alguna firma todavía más exclusiva de joyas, perfumes o lo que sea. Mientras, sus seguidores incondicionales, volverán a su cola del Inem, o a su trabajo milerurista pero, eso sí, más confortados, pues han comprobado que los “intelectuales” de turno “son de los míos”.
Que no se me molesten aquellos de la “pandi” que actúan por convicción política, no me cabe la menor duda de que hubo quien apoyo a Rodríguez Zapatero con sinceridad, con absoluta seguridad en lo que hacía. Aunque no comparta para nada sus ideas, siento respeto total por ellos. Me refiero a ese grupo, que todos conocemos, pues prácticamente son los de siempre, que actúa como he descrito anteriormente, es ese sector de la “pandi” el que me ha inspirado esta entrada.
A buen entendedor…
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