Quienes me conocen saben de mi amor por la literatura y por el cine, sobre todo el clásico. Me parece que esas obras de ficción sirven para reflejar y explicar asombrosamente bien hechos cotidianos que se dan en la realidad. Muchas veces tal o cual persona de la vida pública me recuerda a algún personaje de una de las novelas que he leído o de una de las películas que he visto.
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¿Qué estará tramando la perfida Baby Jane? |
La misteriosa desaparición de Mariano Rajoy me ha hecho rememorar la siniestra película de Robert Aldrich “¿Qué fue de Baby Jane?” en la que una genial Bette Davis interpretaba a Jane Hudson una ex niña prodigio del cine encaminándose a la vejez, totalmente enloquecida y alcoholizada, al cuidado de su hermana Blanche, Joan Crawford, una actriz de enorme éxito que se vio obligada a retirarse tras quedar paralítica en un misterioso accidente de coche.
Rajoy es como Baby Jane, que tuvo su momento de brillo y esplendor electoral, y luego desapareció de la faz de la tierra. Pero el símil resulta inquietante, puesto que Baby Jane, en su ausencia de la vida pública, se dedicó a cuidar y al mismo tiempo a hacer la vida imposible a su hermana quien, por su invalidez, no podía apenas defenderse. Si seguimos con el paralelismo, trago saliva con dificultad al pensar si Baby Rajoy, parapetado en su escondite no trama crueles torturas destinadas a infringir más sufrimiento a la pobre Blanche-España que, indefensa y atemorizada, vive en un continuo sin vivir pensando cuál será la próxima jugarreta que le haga Baby Rajoy.
Del mismo modo que se dice: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, podríamos dar una vuelta de tuerca al dicho y decir: “Dime qué criticas y te diré lo que te sobra”. Nuestro Baby Rajoy particular no se cansó de criticar, de forma totalmente justificada, al anterior presidente del gobierno porque siempre hacía justo lo contrario de lo que decía que iba a hacer y porque jamás daba la cara cuando tomaba medidas impopulares o contradictorias con lo que previamente había anunciado. Pero, normalmente, había alguien que tenía que explicar lo inexplicable y justificar lo injustificable, mientras Zapatero se evaporaba temporalmente, hasta que escampaba.
Pues ya estamos de nuevo con esa especie de deja vu que me deja siempre la política, esto ya lo he vivido, volvemos a lo mismo de antes. Lo que Baby Rajoy criticó a Zapatero, es lo que ahora hace. Idéntico. Dijo que no iba a subir impuestos y le ha faltado tiempo para hacerlo, criticó que Zapatero no saliese a explicarnos las medidas que tomaba y él tampoco lo hace.
Zapatero dejaba que la sufrida Mª Teresa Fernández de la Vega (luego serían Blanco y Rubalcaba) diese siempre la cara por él, básicamente para que se la partiesen, y ahora es Soraya Sáenz de Santamaría la elegida por Baby Rajoy para que cumpla las funciones de sparring. Y él mientras… ¿quién sabe? Baby Jane tenía una imaginación portentosa para el mal y su único entretenimiento era idear tretas para machacar psicológicamente a su hermana. Miedo me da cuando pienso cuáles pueden ser las tretas que se le ocurren a Baby Rajoy para martirizar, más aún, a Blanche-España.
Acomodado en su mayoría absoluta, por lo que estoy viendo, Baby Rajoy va a hacer y deshacer a su antojo sin dar demasiadas explicaciones. De verdad que, por nuestro propio bien, espero que enderece el rumbo y que cambie de estrategia porque su estreno de gobierno no ha podido ser más tétrico y deprimente. Que de la cara y se explique, ya decidiremos nosotros si le creemos o no, si le apoyamos o no, si nos convence o no, pero que hable de una vez.
He aquí una prueba más de que la Biblia miente, o al menos no dice toda la verdad, cuando se enumeraron las plagas, no se hizo mención al verdadero azote de nuestra sociedad, la peor de todas, la más incurable: la casta política. Tal vez no se nombró por no asustar demasiado a la población. ¿Qué tiene este mal que a persona que toca la canalliza (perdona por el palabro)?
Desde luego, se dan dos posibilidades, o Baby Rajoy sufre eso que se dio en llamar miedo escénico o está practicando una estrategia política que es una auténtica birria. En cualquier caso, aunque solo fuera por decencia, pundonor u honorabilidad (palabras en franco declive en nuestra sociedad) debería salir y hablar. Simplemente, por puro egoísmo e interés, debería darse cuenta de que su imagen política, que nunca ha sido muy valorada que digamos, con estas actuaciones está resultando seriamente dañada. Aunque sólo sea por esto que se encare con el pueblo que gobierna y se explique.
Mira por donde, se me ocurre que le cuadra muy bien el título de la autobiografía de Harpo Marx “Habla, Harpo” que podría cambiarse por “¡Habla, Rajoy!”. ¿Ves como la literatura y el cine ayudan a explicarse? Aunque ya quisiera para sí Rajoy el encanto y la gracia de Harpo. ¡No hay color!
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